AHÍ QUEDA ESO....

Una islita de las cosas que nunca se dirán...

Nombre:
Lugar: Asturias, Spain

miércoles, marzo 29, 2006

Relato (IV)

Para CieloAzzul... qué estaba mordiendo las sillas de casa jeje!!

La siguió con la mirada mientras montaba en el autobús y todavía se quedó un rato parado en la marquesina, cuando el autobús ya se había ido.

“Pues no está mal la condenada. Además de ser agradable.”

Apartando a Lety de su cabeza, echó a andar hacia su casa. Le quedaban veinte minutos de caminata, así que sacó su libro de Benedetti y empezó a caminar. Le había costado tiempo dominar la técnica de leer y andar al mismo tiempo pero, después de algún pequeño accidente lo había conseguido…


Aún en el autobús, Lety seguía de mal humor, no se le había quitado aún el color de las mejillas, cuando volvió a encender el móvil. Tenía dos llamadas perdidas, justo cuando iba a ver de quién eran, el móvil comenzó a sonar…

¿Y ahora que coño quieres?
….
Ya te dije que te lo metieras en el culo.
….
Si, es mi última palabra.
….
No te preocupes, no volveré a arrastrarme llorando, ¡Capullo!


Colgó de golpe, cuando levantó la mirada, aún con la cara roja de rabia, pudo ver que todas las cabezas del autobús se habían girado hacia ella. Les dirigió a todos una mirada furiosa y se bajó en la siguiente parada. Necesitaba caminar, estar sola y sobretodo pensar.

“No, en Dani, no.”

En el fondo sabía que había habido algún chispazo entre ellos. Tal vez no una llamarada, pero sí, había surgido algo, de eso estaba segura. Su intuición femenina se lo decía y ella sabía que podía hacerle caso.

“¿Y Óscar? Que se vaya a la mierda, el muy cabrón. ¿No me dejó él a mi la primera vez? Pues ahora que vaya a babar y a sobar a otra.”

Cuando llegó al portal de casa, se había autoconvencido de que Óscar era historia.

“Un gran paso Lety.”

Sonrió por primera vez desde que salió de prácticas, pero cuando se tiró en el sofá para hablar con Carolina, una de sus mejores amiga y compañera de clase, se dio cuenta de que se había despedido de Dani de forma muy seca.

“Puto Óscar. ¿Qué pensará de mi?”

Tras dos timbrazos, la voz de su amiga apareció al otro lado de la línea…

¿Sí?
Caro, soy Lety.
Gracias a dios. ¿Estás bien?

Sobreviviré – sonrió para sí. Esperaba la reacción de Carolina cuando le contase sus ideas sobre Dani.
¿Así qué te ha tocado en prácticas con “ese”? – el énfasis que puso en “ese” hizo que a Lety le doliera el estómago.
No tuve remedio…
Ya me lo dijo Susana, chica es que siempre eres la última…
¿Qué te dijo Susana?
Que habías llegado tarde, cuando él además. Lo que le pareció raro, porque sospechaba que habíais venido juntos de algún sitio.
¿De veras?
– “¡Que cotillas son!”
Si. Pero espera sabes lo mejor. Me ha dicho, que alguien le ha contado que os vieron salir juntos de la facultad… ¡para ir a comer! ¿Puedes creerlo? ¿Cómo pueden pensar qué tú te juntarías deliberadamente con “ese”?

Iba a responderle contándole todo lo que había pasado, pero por un momento, comprendió que Carolina no la entendería, así que rehuyó la contestación…

Ya te digo…. En fin, chica, tengo que colgar que mami está empezando a dar voces…
Nos vemos mañana, Un besin.
Besitos.


Colgó el teléfono, la conversación le había dinamitado el poco ánimo que le quedaba tras su discusión telefónica con Óscar.

“Una ducha y me meto en la cama.”

Contenta con su decisión se fue derechita al baño; apenas había acabado de desvestirse cuando el teléfono empezó a sonar de nuevo…

¿Otra vez? ¿Qué tripa se te ha roto?
…..
¿Sólo un juego? ¿Piensas qué soy idiota?
….
Has hablado con ella y le has dicho qué no significó nada para ti… me parece perfecto.
.....
No, no tengo intención de disculparme.
….
He decidido darte portazo. En algunos momentos, fui feliz contigo. Ahora puedes sobar a la que quieras.
….
¡Adios!


Volvió a colgar, era la tercera vez en el día que le colgaba…

“Debe de ser imbécil. En fin…”

Con resignación se metió en la ducha…

Llegó a casa más tarde de lo normal, sin tan ni siquiera haber pasado de página. Había estado todo el camino dándole vueltas a Lety.

“No, no y no. ¿Y por qué no? No es mi tipo. ¿A no? No. Creí que nos gustaban las chicas simpáticas y agradables. Sí… Además tiene los ojos verdes más bonitos que hemos visto. Ya…”

El diálogo interminable, siempre se atacaba con los mismos argumentos, en cambio era incapaz de rebatirlos de manera lógica y cabal. Un simple “porque no” no le bastaba.

Dani cariño, ¿podrías quitarte los zapatos? No me pises la alfombra con ellos.

La voz de su madre le devolvió a la tierra.

¿Qué tal en las prácticas?
Bien… Entretenidas…
¿Has hecho algún amigo?


Desde que había llegado, hacía unos cuatro meses, Dani no había hecho ningún amigo. Salía algún fin de semana con compañeros de la facultad, pero su madre sabía que él no los consideraba sus amigos, sino simplemente, compañeros de clase. Y eso le dolía y mucho.
Ella misma se echaba la culpa de todo. Debería haber renunciado a cambiar de instituto, pero era una buena oportunidad para su carrera y nunca pensó en el efecto que podría causar en Dani.
A pesar del cambio, Dani había aprobado todas las asignaturas de las que se había matriculado, pero, aún así, sabía que su hijo no lo estaba pasando bien…

No. Además me ha tocado con una chica.

Su madre sonrió.

“No lo preguntes, no lo preguntes.”
¿Es guapa?


Cuando contestó, arrastró las palabras, como en un susurro…

Si… Me voy para la cama.
Son solo las ocho…
Avísame para poner la mesa y cenar.


Besó a su madre en la frente y se fue a su habitación. No encendió el ordenador, total no tenía Internet. Su padre había insistido en ponérselo al mudarse, pero él no quiso, no tenía ganas de estar constantemente hablando con sus antiguos amigos. En el fondo, prefería un cambio total de aires. Alguna llamada esporádica pero nada más.
En cambio, aún conservaba sobre el escritorio, la última foto que se habían echo, dos días antes de su partida.
Estaban todos, incluso Claudia…

“No pienses en ella. Eso murió hace mucho tiempo, antes de empezar…”
Tumbó la foto para no seguir mirándola y se echó en la cama. Ni siquiera encendió la consola o la tele, estaba desganado.
Intentó dejar la mente en blanco, pero sorprendentemente, sólo le venía una pregunta a la cabeza…

“¿Qué estará haciendo?”


Lety, después de ducharse, se había dedicado a pasar apuntes a limpio. Al cogerlos en clase, le quedaban bastante mal y prefería perder un poco el tiempo en ponerlos bonitos.
Cuando su madre la llamó a cenar, había puesto al día sus apuntes…

“No tengo su letra pero están bien.”

Mientras estaba entretenida con los apuntes, no tuvo oportunidad de pensar ni en Dani ni en Óscar ni en sus amigas de clase. Ya se ocuparía de eso en otra ocasión…

Que rico huele, mami.

Se acercó a su madre y la besó en la mejilla.

¿Qué tal las prácticas?
Muy bien, me encantan.
¿Y tu compañero?


Miró a su madre sorprendida. Su padre sonrió…

Ha llamado Tito y me lo ha dicho.
¿Es guapo Lety?
Mamá, sólo es mi compañero de prácticas. Nada más.
No te enfades con ella, Braulio nos dijo que habíais ido a comer a su bar y le pareció buen chico, sólo eso.
Si no me enfado…


Los colores poblaron rápidamente sus mejillas. Sus padres se miraron y sonrieron…

Bueno y ¿qué tal es el chico?
Agradable…
No te noto muy convencida.
Bueno…
Anda cariño, deja a la niña, tal vez aún necesite alguna conversación más con ese chico.


Agradeció a su padre que la salvara; su madre era una experta en ponerla en situaciones complicadas pero por suerte su padre siempre la ayudaba a escaparse.
Cenaron sin ninguna alusión al tema del chico y se perdieron en discusiones sobre fútbol primero y sobre moda después. Singularmente, a su madre le encantaba el fútbol, aunque su padre ponía en duda que supiese algo sobre el deporte; en el caso de la moda, su madre pensaba exactamente igual…

Roberto, si tu no sabes que una falda tiene vuelo.
¿Vuelo? ¿Para qué necesitan volar las faldas? Además tú tampoco entiendes el fuera de juego.
¡Como que no! Es cuando sale uno y entra otro… una sustitución. Lo que pasa que lo llaman fuera de juego, porque queda mucho mejor.


Lety se lo pasaba en grande con estas discusiones, que solían acabar con su madre riñendo a su padre porque sólo veía moda por las modelos y su padre diciéndole que él estaba mucho mejor que los futbolistas.
Aquella ocasión no fue distinta y las risas le subieron el ánimo perdido. Se acostó pensando en el siguiente día de clase, otra vez con prácticas, otra vez iba a volver a ver a Dani…


¡Dani a cenar!

La voz de su madre lo sacó de la medio siesta en la que estaba sumido. Entró en la cocina restregándose los ojos.
Sus padres ya estaban a la mesa…

¿Estabas durmiendo? Te he llamado unas cuantas veces…
Sí, me he quedado frito encima de la cama.
¿Qué tal en clase?
Como siempre, bien.

Nadie dijo más, su madre no quería hurgar con lo de su compañera de prácticas y su padre estaba más interesado en discutir sobre la jornada de liga que de otra cosa.
La cena transcurrió por los derroteros habituales…

Me voy a la cama. Hasta mañana.

Una vez que los hubo dejado. El padre preguntó…

¿Le pasa algo? No ha dicho casi nada en la cena.
No te preocupes… Tan sólo se está enamorando…
Eso es bueno… Haber si espabila un poco…
No sé si hicimos bien al mudarnos…
No vuelvas con eso cielo, Dani saldrá adelante, es un gran chico…


Ya queda menos... Ni yo mismo sé como acabará...

domingo, marzo 26, 2006

Costaría...

Costaría decir adiós, cerrar la puerta de golpe, volver la cabeza y perderse en las sombras...
Costaría renunciar, rendirse, pedir una tregua en una batalla perdida...
Costaría huir, evadirse, escapar, volar hasta el final...
Costaría millones de cheques, millones de perdones, millones de regalos...
Costaría un te quiero, dos besos y algún café...
Costaría un poco de maquillaje, una camiseta sexy y un leve aroma a perfume...
Costaría perder la cordura, apelar a la ternura, acurracarse a tu lado...
Costaría un precio elevado que estoy pagando, endeudado hasta el final...

... y es que cuesta mucho quererte... aunque tú te dejes querer por cualquiera...

miércoles, marzo 22, 2006

Relato (III)

Él abrió mucho los ojos, había sido más fácil de lo que había pensado, aunque en el fondo había sido ella la que se había decidido. Se lo agradeció mentalmente. Por otro lado, una parte de su cabeza le gritaba “¡Estúpido, cabezón, mira que no tienes remedio! Siempre detrás de unos ojos bonitos.”

Para alejar a este malvado Pepito Grillo de su oreja, propuso…

Bueno, ¿vamos entonces?

Ella asintió mientras recogía sin prisa los apuntes, aún tenían un par de horas por delante para comer y charlar un rato. Volvió a sorprenderse al pensar que estaba deseando poder conocerle, aunque solamente fuese un poco…

Fueron directamente a la cafetería; era la una y las clases de la mañana habían terminado, así que, no se sorprendieron cuando, al asomarse a la puerta de la cafetería no encontraron ni un solo sitio libre.

Ni una miserable silla…
Ni nadie conocido…


Ella había estado buscando con la mirada a alguien conocido para que les hiciesen sitio, pero no encontró a nadie…

¿Probamos en otra facultad?
No.


No pudo menos que reírse cuando vio la cara de incomprensión y de desconcierto que le quedó…

¡Jeje! Te voy a llevar a otro sitio…

Asintió mecánicamente y la siguió hacía la calle. Le guió hasta un pequeño bar que quedaba unas calles por detrás de la facultad.
El bar en cuestión pedía a gritos una reforma, aunque sabía por experiencia que en esos pequeños bares, casi a punto de caerse, era donde mejor se comía además de ser muy económico.

“No pega una niña de papá comiendo en este bar… Tal vez, no lo sea. ¿Por qué no le das una oportunidad?”

¡Lety! ¡Menos mal que vuelves de visita!

Nada más entrar, un hombrecillo bajo y calvo salió de detrás de la barra y corrió a abrazar a la chica. Ella, sorprendida por el grito, correspondió rápidamente al abrazo y le dio un par de besos al camarero.

Vaya, vaya, pensé que nunca me volverías a visitar. Parecía que los exámenes de Febrero te habían comido ¡¡jajaja!!
Casi, casi – ella sonrió también.

De pronto se acordó de él, que los observaba a cierta distancia sin comprender. El camarero siguió la mirada de ella y rápidamente se acercó al chico que había entrado con su sobrina.

Soy Braulio, dueño del bar y tío de esta preciosidad – le tendió la mano.

La chica se puso colorada y le regañó…

¡Tito, por fa!

Me llamo Dani.

“Me gusta ese nombre.” “Lety… me gusta” Ambos se miraron y sonrieron.

Bueno, bueno, supongo que habréis venido a comer, ¿no?
Por supuesto, tito.
Podéis sentaros donde queráis.


Lety lo guió hasta una mesa en un rincón cerca de la ventana que daba a la terraza trasera del bar.

Muy simpático tu tío.
Soy su única sobrina y desde siempre me ha mimado y querido en exceso.


Mientras esperaban a que los sirvieran, Dani estudió el local con detenimiento. Una máquina tragaperras por aquí, una máquina de tabaco, un futbolín al fondo del bar.

“Un local muy agradable”

Puso atención a la música, a muy bajo volumen pudo descubrir la voz del cantante de los Celtas cortos.
“Y buena música. Tendré que pasarme más a menudo por aquí”

Siguió la mirada de Dani por el local, mientras éste lo examinaba.

¿Qué te parece?
Engaña mucho su aspecto externo. Me gusta, me alegro de que me lo hayas enseñado. Por cierto, encantado de conocerte Lety.


Lety lo miró y sonrió…

Lo mismo digo, Dani.

Acto seguido se levantó y cuidadosamente depositó un beso en cada mejilla del chico, se volvió a sentar y se quedó observándolo mientras éste era incapaz de decir nada.

Ahora ya nos hemos presentado formalmente.

Braulio los interrumpió con el mantel, cubiertos, vasos y las cartas del menú. Para él una hamburguesa doble y completa, para ella un bocadillo de lomo con lechuga y tomate.

“No hubiese pensado que sería tan agradable estar sentada con él. Las chicas no se van a creer cuando se lo cuente.”
“Supongo que ahora tendré que empezar una conversación sino pensará que realmente soy un estúpido.”


Estaba a punto de abrir la boca, cuando uno de los estudiantes, que jugaba al futbolín al fondo del bar se acercó a la mesa.

Perdonad, necesitamos a uno para jugar una partida al futbolín.
Yo no...
Voy yo. Ven conmigo Dani. Por lo menos, ven a hacerme compañía.


Se levantaron y siguieron al chico hasta el futbolín. Parecía que estaban muy enfadados unos con otros.

No vale, no puedes coger a una chica.
Venga anda, que tenéis miedo que con ella os gane.
Ni hablar, te vas a enterar. Tan bueno que eras y no has ganado ninguna.
Está será la buena.


Empezaron la partida. Lety jugaba atrás. Era buena, por lo menos sabía coger los mandos y cubría bastante bien. Se sorprendió pensando que hubiese sido una buena pareja para jugar con sus antiguos colegas.
Unos diez minutos después, Braulio los llamó, su comida ya estaba lista. Lety, resoplando aún por el esfuerzo se dejo caer en la silla a su lado.

¡Bufff! Eran muy buenos. Perdimos las tres partidas.
No lo eran tanto…
Si dijiste que no sabías jugar…
Bueno… me defiendo. Más o menos como tú.
¡Jajaja! No te creo. Yo soy muy mala.
Tú compañero de ahora era peor que tu, así que…


Hubo unos instantes de silencio, mientras daban cuenta de sus bocadillos… Sinceramente, se sentían muy a gusto juntos. Lety se daba cuenta de lo malas que habían sido sus amigas, y ella misma, al catalogar a Dani, sin tan siquiera haber cruzado una palabra con él.

¿Puedo preguntarte algo?

La pregunta lo pilló desprevenido, mientras buscaba a Braulio para pedirle un café. Asintió casi mecánicamente.

No te había visto otros años, ¿de dónde eres?
Del norte, me he mudado este año. Mi madre es profesora y la destinaron aquí.
¿De qué da clase?
De Historia. Da a bachiller.
¿Y te gusta esta ciudad?
No está mal, aunque nunca me gustaron las ciudades grandes… No sé, me estresan.
¡Jejeje! Te comprendo.


Siguieron hablando sobre los exámenes, las diferencias que encontraba Dani en los profesores y muchas más cosas sobre la facultad, pero en ningún momento entraron en temas más personales…

Estaban hablando tan animadamente que casi se les pasa la hora de ir a prácticas…

¡Dios, son menos cinco!

Pagaron a toda prisa y como rayos se dirigieron a la facultad, al edificio de los laboratorios. Cuando llegaron estaban ya entrando en el laboratorio, con la lengua fuera y la respiración entrecortada dieron sus nombres al profesor y entraron con los demás.
Al llegar los últimos, les tocó sentarse juntos, mientras se ponían la bata, Lety advirtió que casi toda la gente del grupo, los miraba sin parar.

No nos quitan el ojo de encima – le susurró a Dani, mientras el profesor les explicaba un poco el temario de prácticas.
No me extraña, acabas de perder diez puntos de popularidad por sentarte con el “raro”.

Ella lo miró sorprendida. “¿Cómo puede saber qué lo llaman así?”. Como si le hubiese leído el pensamiento, Dani le susurró…

Puede que sea “raro”, pero no soy imbécil.

Y guiñándole un ojo, se concentró en las palabras del profesor. No podía creer que durante dos horas se había olvidado de quien era para los demás. A Lety parecía no haberle importado, pero ahora en presencia de los demás, parecía que se daba cuenta de lo que iba a conllevar el haberles tocado las prácticas juntos, y más aún, si sabían que habían estado comiendo juntos.

Entre pensamiento y pensamiento, desconectó totalmente, estaba sólo de cuerpo presente. Sus pensamientos se perdieron en el recuerdo de las tardes jugando al futbolín con los colegas. De las primeras partidas en las que los tuvo que aprender, a las últimas partidas del verano en que se jugaban algo más que la honrilla y el orgullo personal. No pudo evitar esbozar una sonrisa nostálgica…

Mientras tanto, el brazo de Lety volaba de un lado a otro del folio. “Joder, explica más rápido que la profesora de clase.” Estaba muy atenta a todo, no quería pensar en su compañero de prácticas… Ya no era Dani, ahora entre conocidos de clase, era sólo su compañero. Durante una pausa del profesor, se fijó en él y descubrió que estaba sonriendo, aunque era una sonrisa un tanto… no encontraba la palabra… nostálgica… “Eso es, una sonrisa nostálgica. ¿En qué estará pensando?”

Bueno, podéis poneros a trabajar. En cuanto acabéis, me dejáis las mesas recogidas y limpias y os podéis ir.

La voz del profesor sacó a Dani de sus pensamientos. “Mierda. No tengo ni un apunte.” Clavó la vista en su folio en blanco.

Por más que lo mires no van a aparecer las letras.
Ya…

Lety rompió a reír…

No te preocupes, yo he tomado las notas de la práctica.

Se pusieron manos a la obra. Había que sembrar las bacterias y luego hacer una tinción. Nada complicado.
Una hora después de que entraran como balas por la puerta del laboratorio, se dirigían tranquilamente a la parada del autobús.
Caminaban en silencio, porque Lety estaba sumida en una conversación telefónica que a pesar de empezar bien, parecía que iba a acabar fatal.

¿Pero estás loco?
….
¿Y a mi qué me dices?
….
No seas tan listillo, que no eres mi padre.
….
¿Sí?
….
Pues sabes, ¡puedes meterte tu regalito por donde te coja!


Dicho esto Lety apagó el teléfono y lo tiró en el bolso como si fuese un trasto inservible.

“Dile algo bestia. Déjame en paz, si la acabo de conocer. Por mera cortesía, so burro.”

Iba a articular una palabra cuando el bus de Lety apareció en la esquina.

Te veo mañana Dani.
Hasta luego.


Espero que aún no esteis cansados... :D

jueves, marzo 16, 2006

Relato (II)

Aquí puedes leer el principio...


Al entrar en la biblioteca se encontró con el chico de clase, estaba consultando el libro de procariotas que ella pensaba utilizar, así que con un suspiro se dirigió a otra mesa diferente, dejó sus cosas y fue a buscar el libro.
Desgraciadamente, en el estante no había más ejemplares del libro que buscaba…

"¿Pero qué hace la gente? ¿Se comen los libros? Si acabamos de empezar Marzo…"

Suspirando de nuevo y con aire de resignación, volvió a sentarse… No tardó en volver a levantarse y se dirigió directamente hacia el “rarito”.

Perdona…

El chico levantó los ojos del libro y los clavó en ella….

¿Si?
Me preguntaba si ya habías acabado con el libro, es que me hace falta para hacer unas consultas.


El chico pareció dudar unos instantes…

Lo siento, aún me falta mucho para acabar…

Ella bajo los ojos en gesto de desilusión, giró sobre sus talones y se dispuso a irse a su sitio.

Pero si quieres puedes sentarte aquí y lo compartimos.

Ella se giró, iba a gritarle que no se sentaría jamás al lado de un bicho raro como él, sin embargo, al mirar al chico, vio que éste señalaba la silla de enfrente y no la de su lado. Apenas tuvo tiempo ni de pensar una contestación, cuando se dió cuenta sus cuerdas vocales ya habían formulado la respuesta...

De acuerdo, voy a por mis cosas.

Mientras recogía sus portafolios, se regañó a sí misma por el súbito impulso de gritarle.

"No seas como Carolina y las demás. A lo mejor, va y te sorprende."

En cuanto ella se dio la vuelta, empezó a apartar los apuntes para dejarle espacio…

"Estúpido, imbécil, ¿por qué narices la has invitado a sentarse aquí? Para ella sólo eres un bicho raro. Lo sabes de sobra."

Dejó de lado sus pensamientos y sonrió a la chica que se estaba sentando enfrente de él.

¿Estas mirando algún tema en concreto?
No. Más bien, estaba buscando lo que contó hoy en clase.
¿Desconectas como los demás?
No del todo, pero de todas formas, explica demasiado rápido para que yo pueda coger apuntes. Así que para no confundirme, cojo ideas y luego completo con el libro.
Buena técnica, tal vez un poco… ¿pesada?
Más o menos… Depende mucho de la asignatura.
A mi las bacterias me flipan…
No están mal…


Se miraron unos segundos y rápidamente volvieron a bajar las cabezas a sus respectivos apuntes. Ninguno de los dos podía creer que el otro fuera capaz de decir alguna frase con sentido lógico, así que en el fondo estaban sorprendidos.
Transcurrieron los minutos, pasándose el libro de uno a otro, preguntándose dudas mutuas, sobretodo él que había faltado a las primeras clases.
Él pudo constatar que, a ella, de verdad le gustaban las bacterias y ella pudo adivinar que no era tan rarito como todos pensaban…

¿Puedo hacerte una pregunta?

Se acercaba la hora de comer, y respiro aliviada de poder dejar de lado ya los apuntes. Levantó los ojos del libro y lo miró entre sorprendida y entusiasmada.

Adelante.
¿Te quedas a comer?
Si, tengo prácticas de procariotas.
Como yo…


Durante un segundo una leve sonrisa cruzó por su cara, ella pudo notarlo a pesar de que se desvaneció enseguida.

Esto… hum…

Ella comprendió. Por un momento se sorprendió a sí misma al oírse decir en voz alta

Claro, que me gustaría comer contigo.

continuará ;)

jueves, marzo 09, 2006

Relato (I)

"No llego, no llego…"

Tomó aire y aceleró el paso, aún quedaban cinco minutos para las nueve y además contaba con la ventaja de que la profesora siempre llegaba a las nueve pasadas.

"Venga, ánimo…"

Cuando se disponía a entrar en la facultad, escuchó el timbre que daba inicio a las clases…

"¡Buff, por los pelos!"

Subió de dos en dos las escaleras desde la planta baja a la segunda planta y se dirigió como una exhalación a la puerta de clase…

¡¡¡BOOMMM!!!

De repente, se vio a sí misma en el suelo, había chocado con algo o con alguien pero no estaba segura de que era. Dispuesta para echar la bronca a quién se hubiese cruzado en su camino sin avisar levantó la cabeza, a la vez que su boca escupía toda clase de maldiciones.

¿Estás ciego? ¿Qué caminas mirándote los pies?

Enfocó a la persona con la que había chocado, era el chico “rarito” de su clase. Le llamaban así porque no hablaba con nadie, parecía no tener amigos en la facultad y siempre andaba colgado de algún libro…

¡Pe-per-perdona! La ver-verdad no te vi… Lo siento.

Se agachó a recoger el montón de apuntes que se habían desparramado por el suelo; a pesar de qué había compañeros de clase cerca, ninguno se agachó a ayudarlo.
Ella lo contempló de pie, aún con las mejillas coloradas, más por la carrera que por el enfado.
Se sorprendió cuando el chico, en cuclillas le tendía sus portafolios…

Son tus apuntes, lo siento otra vez… Por lo menos, no te habrás hecho daño, ¿verdad?

Se quedó observando el suelo, estaba lleno de folios escritos con una letra bastante “femenina” pero no eran sus hojas, ella siempre llevaba portafolios…

"Tiene la letra bonita..." - pensó para sí.

Casi inmediatamente, reaccionó; se agachó junto a él y empezó a recoger los folios del suelo.

No te preocupes, estoy bien… Venía justísima de tiempo y no veía a nadie…

Le sonrió, sus amigas le habían advertido sobre ese chico, pero en aquel momento, la sonrisa fluyó a sus labios de manera natural.
Una voz desde la puerta, los asustó…

Martín, Díaz, ¿tenéis pensado entrar a clase?

Ambos asintieron mecánicamente y entraron a clase, cada uno se sentó en su sitio habitual.
Nada más sentarse, sus amigas empezaron a abordarla con preguntas:

¿Estás bien?
No te habrá tocado, ¿no?
¿Sabe hablar?


Ella suspiró, sus amigas, el colmo de la sofisticación. Aún no sabía como se había juntado con ellas en su primer año en la facultad. Tal vez porque hicieron las prácticas juntas o tal vez porque atraían a los mejores chicos, sea como fuere, no se arrepentía de tenerlas como amigas, porque, en el fondo, eran buenas chicas… Las observó un rato…

"Muy en el fondo" – pensó y volvió a esbozar una sonrisa.

Él se sentó sin ninguna prisa en su sitio, al fondo de la clase, dejando una mesa de separación entre los chicos que tenía delante, no le gustaban lo más mínimo y solían cuchichear sobre él.
Con resignación comenzó a ordenar los apuntes que una de las niñas mimadas de las filas delanteras le había desparramado por el suelo…

La profesora comenzó con su cantinela sobre los procariotas, llevaba ya dos clases hablando sobre bacterias que realizaban la fotosíntesis y los alumnos, en lugar de entusiasmarse, cada vez se aburrían más en aquella clase.
Él no desconectó del todo, oía a la profesora desde muy lejos explicarles el aparato fotosintético de las bacterias verdes no sulfúreas, en un folio iba tomando notas para luego, buscar en los libros para estudiar.

Al poco rato, se descubrió mirando a la chica con la que había chocado…

Una niña de papá – negó con la cabeza. ¡Sólo me faltaba eso!

El timbre puso fin a la clase; la profesora aún arañó algún segundo más, para acabar de contarles un experimento que a ella le entusiasmaba pero que a los alumnos exasperaba; así que viendo que el murmullo crecía, la profesora dio por terminada la clase. Los vería en prácticas por la tarde.

Un horror chica. Con esta señora es imposible.
Ya te digo, nunca sabes por donde te va a salir.
No digáis eso, a mi me parece la mejor clase con diferencia.
Pero es que a ti siempre te han gustado los bichos raros.


Todas se rieron por la frase, aunque ella le sacó doble sentido enseguida, miró a su amiga con ojos escrutadores…

No me refería a ese – hizo un gesto con la cabeza apuntando hacia el chico.

Por un momento perdió los estribos,

Tal vez no sea tan rarito, haced el favor de no meteros con él… por lo menos estando yo delante.
Uy, uy, uy!


Sus amigas se echaron a reír…

Tal vez te haya echado una maldición y ahora le defiendes.

La carcajada fue general, no le dio tiempo a contestar porque el profesor de Genética estaba esperando un mínimo de silencio para poder empezar la clase.

El monótono tema de la estructura del DNA, vista y revista en casi todas las asignaturas, hundió la clase en un sopor, que a duras penas eran capaces de mantener los ojos abiertos.

La manecilla del reloj avanzó lentamente, aunque en la última clase, la de Diversidad animal, el tiempo se fue volando. Era la asignatura preferida por casi todos, mucha culpa la tenía el profesor, un hombre alto de voz fuerte que conseguía siempre sacarlos del sopor que traían del resto de la mañana.

Bueno chicas, nos vemos mañana que me tocan las prácticas de procariotas.
Ten cuidado con el rarito.
¡Oh! dejadlo ya.
Bueno, bueno, nosotras lo dejamos, pero tú no te arrimes mucho por si acaso.


Se fueron riéndose y cuchicheando…

"Prefiero no saber que historia se pueden inventar…"

Dándolas como caso perdido, bajó a la biblioteca; aún tenía una hora libre para ir a comer y quería aprovecharla, porque, aunque acababa de empezar el segundo cuatrimestre no quería dormirse en los laureles como le pasaba siempre.


Continuará...