AHÍ QUEDA ESO....

Una islita de las cosas que nunca se dirán...

Nombre:
Lugar: Asturias, Spain

jueves, agosto 31, 2006

Una historia

Publiqué algún trocito hace más o menos un año... Ahora aqui la volveis a tener, quizás pueda alargarla más... Como siempre, si quereis ayudar, podeis hacerlo ;)
Besitos y abrazos para todos!

“Perdona, ¿está ocupada esta silla?”

Una frase vulgar, mil veces dicha durante una noche de fin de semana, normalmente sin mayor recompensa que la ansiada silla.
Sin embargo, en este caso, esta frase tan simple me permitió mirar durante unos breves segundos a la chica de la que caería enamorado casi instantáneamente.
A partir de aquel momento, pasé toda la noche buscando su mirada entre la gente, imaginando que alguna de sus miradas iban dirigidas hacia mi.

No sé como escribir, los recuerdos de aquella noche vuelven a mi cabeza a borbotones y sin ningún orden cronológico. Supongo que como en todas las cosas lo mejor es empezar por el principio.

El verano tocaba a su fin, pero como siempre aún quedaban fiestas en algunos pueblos. La casualidad, el azar o el aburrimiento nos llevó a salir aquella noche.
Cuando llegamos, fue casi una odisea, poder aparcar el coche, estaba hasta los topes de gente; y eso nos encantaba, cuanta más gente mejor.
Después de conseguir aparcar el coche, dimos una vuelta por la feria; típico de cuando en el grupo se lleva a alguna mujer, sin que ninguna chica se sienta ofendida, aunque en nuestro caso no llevábamos a ninguna.
Por fin, llegamos a nuestro principal objetivo, la terraza de una sidrería.
Era enorme y estaba hasta los topes. Milagrosamente encontramos una pequeña mesa en una esquina, no era muy grande pero conseguimos meternos las cuatro personas, que íbamos en ella. Por desgracia, no todo iban a ser rosas, faltaba una silla y como siempre soy el último para todo, pues me tocó mendigar una.
Ojeé a mi alrededor, buscando una presa fácil; justo al lado nuestro había un grupo de chicas, eran cuatro, y pude comprobar que les sobraba una silla; cansado de estar de pie me dirigí hacia ellas, y dije la frase que me mantiene sumido en la melancolía constante del recuerdo.

“Perdona, ¿está ocupada esta silla?”

En ese instante, unos ojos que me hicieron olvidar cualquier problema, se posaron en mi.

“No, puedes cogerla.”
“Gracias.”


Me aparté de ellas; había ganado una silla y había perdido el corazón en el enbite. Volví, tranquilamente, con mis colegas. Enseguida volaron las preguntas.

“¿Cómo se llaman? ¿Están buenas? ¿Tienen novio?”


Me quedé como asustado ante tal bombardeo de preguntas, ni siquiera había podido sentarme. Supongo que debido a la cara de panoli que puse, la mesa entera estalló en risas.

“¿Estás bien?”
“Baja tío, vuelve con nosotros.”


Al final tras unos segundos de incertidumbre, conseguí volver a la tierra.

“Que os den. ¿Bebemos sidra?”

La pregunta sobraba pero no me apetecía que la inquisición, personificada en mis colegas, me siguiera bombardeando a preguntas. Así que me dirigí a la barra para pedir, como de costumbre, la reglamentaria caja de sidra.
La verdad acabo siempre hasta las narices de la sidra, soy el único que carece de total vergüenza para escanciar en público, ninguno de los demás se atreve.
Cuando regresé a la mesa, me quedé atónito; las chicas de la mesa de al lado, a las que les robé la silla, estaban sentadas entre nosotros. Tal vez mi cara necesitaba explicación, pues solícitamente y sin que de mi boca saliera una sílaba, uno de mis colegas me comentó.

“No saben echar sidra, son valencianas.”

No necesitaba saber más, me puse manos a la obra y comencé la ronda de culetes. Me hizo mucha gracia ver como ellas se atragantaban por culpa de las burbujas. Mis colegas enseguida se empezaron a reír como bestias, en cambio yo opté por una leve sonrisa, pues lo que les pasaba a ellas, me solía pasar a mi a menudo.
Cuando por fin terminé la ronda, me dejé caer en la silla, aún no me había percatado de que la chica, de cuyos ojos me había prendado, estaba sentada a mi lado.

“¡Desagradable!”

El grito me hizo pegar un salto en la silla, mientras toda la mesa volvía a reírse a mi costa.

“¿No quieres qué te las presentemos?”

No muy convencido, asentí, casi mecánicamente.

“Te presento a Mónica, Cristina, Ángeles y Natalia. Chicas, el es Antonio, Toni para los colegas.”
“Encantado.”

Recorrí la mesa en busca de las mejillas de las cuatro chicas, para depositar en ellas los dos besos de cortesía. A la última que se los dí, fue a la chica que estaba sentada a mi lado, Natalia. Acabé el trabajo y me dejé caer en la silla. Estaba anocheciendo, y la terraza miraba al mar, lo cual dejaba una vista impresionante para disfrutar de ella.
Me sumí en mis pensamientos, mientras el sol, poco a poco, se hundía en el mar.
Había contemplado muchos anocheceres como aquel al lado de la chica que me traía loco, pero siempre habían sido separados por otro chico, su novio, o su conquista de la noche; nunca lo habíamos pasado juntos, cómo a mi me hubiese gustado.

La melancolía comenzó a embargarme. Hacía meses que no la veía, no sabía nada de ella, lo único que sabía era que volvía a tener novio.
Habíamos discutido por una tontería; la verdad parecíamos una pareja, por lo estúpido de la discusión. Ella se enfadó, yo dije cosas de las que me arrepiento profundamente y se fue. Así de sencillo, se fue.
Nunca fui ningún valiente, así que no me atreví a llamarla, había sido un imbécil, había perdido a mi mejor amiga y a la chica de mis sueños en un arranque infantil de celos.
De repente una voz me sacó de mi mundo y me devolvió a la realidad.

“Una puesta de sol preciosa.”

Era Natalia, la que intentaba mantener una conversación conmigo, ya que los demás enseguida se habían juntado por parejas. “Tu si que eres preciosa” pensé para mi.

“Gracias.”

El comentario me extrañó, pero al levantar los ojos hacía ella, me percaté de que estaba poniéndose colorada. Entonces me di cuenta de que el comentario lo había realizado en voz alta. Al comprender mi torpeza, empecé a ponerme nervioso.

“Lo siento.”
“No te preocupes, nadie lo ha oído, salvo yo.”


Me sentí un poco más tranquilo. Mis colegas estaban empeñados en buscarme una sustituta para ella, pero yo no me daba por vencido, en lo más hondo de mi, sabía que tenían razón; sin embargo, quería creer que sería ella la que me llamaría para hablar.

“Es un pueblo muy bonito.”

La voz de Natalia me sacó, nuevamente, de mis pensamientos. Para no parecer grosero ni antipático, seguí la conversación.

“¿Lo conoces?”
“No. Hemos venido directamente aquí.”
“¿Ni siquiera habéis visto los puestos de la feria?”
“¡Que va!”


No me puedo imaginar que cara pondría, pero Natalia se echó a reír. Fue en aquel mismo momento, en el que me olvidé de todos mis problemas, y en el que decidí pensar solamente en pasarlo bien.

“¿Quieres dar un paseo? Así me enseñas el pueblo.”
“Acepto encantado, aunque no soy de por aquí.”
“Me da igual, yo tampoco.”

jueves, agosto 24, 2006

Carta


Estimada amiga,
Querida amiga,
Hola,

…. ¿y ahora?... Bueno… esto… yo… Joder, cuesta muchísimo empezar… esto mejor quitarlo… En fin…

¿Cómo te va la vida? Yo por aquí apurando los últimos días de verano… humm… Como verás quería escribirte una especie de carta, pero… bueno… ya he tenido problemas para empezar, así que he decidido que escojas tú misma el encabezado: el “Hola” me parece demasiado cutre, y los “querida y estimada” me parecen demasiado formales para lo que pretende ser esta carta.

… segundo párrafo… a ver… ¿Sabes? Cuando me decidí a escribirte tenía un montón de ideas, pero, ahora, como por arte de magia se han ido, eso sí, me ha quedado un rastro de recuerdos… de aquella época en la que nos creímos los reyes, en la que no había miedos, ni desconfianza, ni siquiera preguntas tontas…

Perdona, no quería volver con el tema, ya ves, las mismas vueltas de siempre, sólo pretendía saber algo de ti, porque ahora cuando te veo ya no es lo mismo; en ocasiones, ni siquiera me saludas… otra vez lo mismo…

Bueno, a ver si me centro, porque me parece que tendré que volver a escribir esto otra vez, pero bueno… total… Este verano me he ido de campamento con los chavales… ya lo sé, ya lo sé… te dejé sola todo el mes… pero, joder, tenias al maromo ese, el tío de gimnasio, tan guapo, tan arreglado, tan superchachipiruli. Supongo que ahora te dirás “está celoso” pues no creas, ya me has cambiado por tantos que ya no me celo de ninguno, porque en el fondo sé, que me echas de menos… hala… ya está dicho.

Pues casi, que te mandaba la carta tal como está, porque ya que no haces el esfuerzo ni siquiera de pasar a picarme para ir a tomar un café o algo… Me parece que ya no quieres acercarte a mí… por si no lo sabes, no soy contagioso, lo único que podría pasarte es que vuelvas a sonreír como lo hacías cuando me veías aparecer por la esquina de tu calle a buscarte, como cuando te sorprendía con algún regalo inesperado…

Ya me he puesto sensiblero, joder, que no sé como coño puedes andar con semejante bartolo, con todos mis respetos hacia los bartolos que buen buenos están… Cada vez que lo pienso… y todo por unos “me dijeron”, “me contaron” y tú, hala, a hacerles caso y yo claro hasta las narices de tus interrogatorios policiales...

Y todo se fue a tomar viento; ni culpa tuya, ni mía, fue a medias: Tú preferiste contentar a tus amigas y yo preferí no pelear por ti… Ahora como casi desconocidos…

Espero que no rompas la carta nada más recibirla… mejor no pongo remite… así por lo menos igual te pica la curiosidad… si no… bueno… por lo menos… nada…

… ¿cómo terminar?... Bueno… esto… yo me despido…

Un beso (si lo quieres, sino devuélvemelo)

PD: El autor de la foto es Joaquin González
PD2: Espero a ver acertado con la foto, ¿qué os parece?

domingo, agosto 20, 2006

Reencuentro II

- ¿Qué tal?

Suspiro antes de girarme, conozco esa voz, su voz. Sabía que iba a ocurrir, que no iba a poder librarme de una nueva conversación, pero esta vez, levanto el puente y preparo a mis arqueros en las almenas para que no entre ni ose acercarse a mi pequeña fortaleza interior.

- Bien.

Mi voz me suena metálica, casi carente de emoción. Sin embargo, no me preguntéis porque, continúo la conversación, quiero pensar que es por mera formalidad…

- ¿Y tu qué tal?
- Bien.


Su voz suena desconcertada, casi tímida. Baja los ojos, evitando enfrentarlos a los míos. Por un momento me siento seguro en mi fortaleza, tal vez sea porque el alcohol ya había echo su efecto narcotizante…

- Se te nota enfadado.
- ¿Tú crees? ¿Tanto se me nota?
- Por lo menos desde que yo te he saludado, si. Antes de acercarme te vi con los colegas y lo estabais pasando muy bien, pero ahora…
- Será porque me acabas de joder la noche.


Me mira sorprendida, con cara de niña buena, de no haber roto jamás un plato… Cuando contesta su voz suena ofendida.

- ¿Y eso por qué lo dices? No estarás enfadado por lo del sábado, ¿verdad?

La miro sorprendido.

- ¿Cómo puedes preguntarme algo así?
- Es que estoy tratando de saber por qué estás enfadado conmigo.
- Pues si, estoy enfadado por lo del sábado, es que no me pareció ni medio normal. Y luego para colmo de malos me hago súper colega del catalán de las narices.
- Alberto.
- ¿Qué?
- Que se llama Alberto.
- Como sea. Que las cosas no van así. Que no se dice algo y luego se hace otra cosa…


Ahora si me sostiene la mirada; presiento que mi fortaleza ya no es lugar seguro, pero no me seduce la idea de salir de ella, al menos todavía.

- Mira, con Alberto no hay nada. Sólo es un amigo.

La miro sin comprender. El tono de disculpa que utiliza ahora no me lo esperaba.

- Si, si, a veces estamos juntos, pero es mero trámite. Ya sabes, es cuestión de una noche.
- Joder, pues eso lo avisas. Lo dejas claro y no me la juegas como lo hiciste el sábado, que me quedé con un mal sabor de boca de flipar.
- Eso puede arreglarse ahora.


Da unos pasos y se acerca a mí. Instintivamente me alejo unos centímetros. Se queda un poco sorprendida, pero no hace nada por intentar acercarse otra vez.

- ¿Qué tal el descenso?
- Como siempre, una pasada, quizás este año hubo más comedia. Por cierto, ¿por qué no bajaste?
- Alberto está un poco malo por culpa de ayer…
- O sea que todavía está borracho como una cuba.


Se ríe y su sonrisa consigue ablandarme.

- No seas burro. No está borracho, está de gastroenteritis. Además ayer, por lo que me contó le disteis mucha caña.
- Le avisamos que el calimocho era la muerte, así que…
- Si, si, tendré que creerte. Así que hoy no bajé el descenso para estar con él, no lo iba a dejar en casa solo.
- Pero ahora sí lo dejaste.
- No, se quedó mi hermana que se va mañana para Barcelona. Por cierto, vaya borrachera que traía, no la cuidasteis nada.


De repente, empieza a revolver en el bolso, encuentra el móvil y se aleja para hablar hacia una zona menos concurrida de gente. Me hace un gesto con la cabeza, y la sigo a cierta distancia. No me hace ni pizca de gracia, las vueltas que está dando la conversación.

Se la ve distraída hablando, me dejo caer en un banco y la contemplo, mientras medio discute por el teléfono. De pronto, en un despiste, la tengo sentada sobre mis rodillas, mientras guarda el móvil…

- Era mi hermana, que Alberto, se marcha con ella mañana para Barcelona. Que dice que no le hago caso, que lo he cambiado por un niñato simpático, que si esto, que si lo otro…
- Has de darle las gracias.
- ¿Por qué?
- Por lo de simpático. Ha sido muy amable por su parte.


Me sonríe, mientras juguetea con una de mis pulseras…

- Oye, ¿me echaste de menos en el descenso y en la jira?
- Tus amigas preguntaron mucho por ti.
- No me has contestado.
- Pues si, te eché de menos…


La miro a los ojos, que vuelven a enfrentarse y todos los recuerdos vuelven a aflorar; sus caricias, sus labios…

- Pero no es este el momento ni el lugar.

Suavemente la levanto y me pongo en pie; además prometí una cerveza y tengo que pagarla.

- No te entiendo.
- Mira, mañana seguramente te irás tú también para Barcelona, no quiero volver a pasar por lo mismo cuando vuelvas otra vez. Prefiero que haya quedado así, como amistad; no me seducía la idea de quedar enfadado contigo.
- ¿Solo amigos?
- Solo.


Se acerca y me besa en la mejilla, no se separa si no que se queda muy cerca de mí…

- Entonces, hasta otra vez.
- Hasta otra.


Se da la vuelta y comienza a caminar hacia el bar donde había dejado a sus amigas; me giro y me dirijo al bar del que no debería haber salido.


En fin, al final las cosas se aclararon, mejor así. ¡Sean felices!

domingo, agosto 13, 2006

Reencuentro

Una noche de fiesta para disfrutarla con los colegas, pero con control que se avecinan fechas importantes del calendario “fiestero”.
De frente para el bar de costumbre, a buscar a unos compañeros de juerga, hacía tiempo que no los veía…

- ¡¡Buenas!!
- ¿Cómo tu por aquí?
- Creíamos que ya no te dignabas a visitarnos.


Cuando iba a contestar, una voz que reconocí casi al instante, captó toda mi atención:
- ¿Y a mi no me saludas?
- No te había visto… ¿Qué tal estas?

Se levanta, me da dos besos y se vuelve a sentar; con aire distraído se coloca la falda…

- Muy bien, ¿y a ti cómo te va?
- Bien, bien, aquí con los colegas, tomando algo.


Baja los ojos y juguetea con su vaso, mientras tanto, yo, nervioso, revuelvo los bolsillos sin buscar nada…

- Bueno… ¿Y qué tal por Barcelona?
- ¡Guay! Currando cuando puedo y estudiando como una loca, tengo ganas de volver… Barcelona es demasiado… demasiado grande.
- Te va muy bien por lo que veo.
- Pues si… ¿Y tu qué tal? ¿Cómo te va con la carrera?
- Bien, este año ha sido muy bueno, sólo me queda una asignatura para septiembre y para el próximo curso ya cojo todas las de cuarto.
- ¡Vaya! Quién lo diría… con lo vago que eres…


Le sostengo la mirada un momento, enseguida aparto la vista porque acuden a mi cabeza recuerdos, imágenes de las fiestas pasadas…

- ¿Tienes novia?
- No. Tuve algo parecido hace algún tiempo.
- ¿Y qué pasó?
- Estudiaba fuera. Terminó casi antes de empezar.
- Ahm… ¿Y cómo era?
- Una morena de ojos color miel.
- Ya veo… ¿Y por qué estuviste con ella?
- Porque era simpática y cariñosa y muy guapa.

Uno de la mesa se levanta, dejando un hueco a su lado. Enseguida me hace un gesto con la mano para que me siente a su lado.

- ¿Y tu qué tal con los chicos catalanes?
- Tengo un medio novio catalán, pero no tiene futuro.
- ¿No? ¿Y eso?
- Porque busco en él algo que no tiene o que no sabe darme.
- ¿y quién tenía eso que buscas?
- Me lo dio un niñato simpático en estas mismas fiestas, hace ahora casi un año.
- ¿Y qué fue de él?
- No lo sé… Pensaba encontrarlo por aquí.
- ¿Por qué lo dejaste?
- Porque tenía que marcharme a estudiar a Barcelona… además tenía miedo de enamorarme de él.


Levanta la cabeza y me mira. Puedo observar el rubor cubriendo sus mejillas. Le acaricio la mano…

- ¿Sabes? Fue muy difícil apartarte de la cabeza, ni siquiera estando con otro podía olvidarme de ti.
- Sin embargo, me olvidaste y te fuiste… Y sólo me llamaste una vez…
- Tampoco tú hiciste nada por evitar eso, tú tampoco llamaste…
- Lo sé, lo sé… pero no quiero volver a jugar contigo ni que tú juegues conmigo…
- Eso no pasará…


Se acerca un poco más a mí, me quedo de piedra, sin moverme, muerto de miedo…

- Tal vez no sea buena idea…
- Tal vez no, pero…


Antes de que pueda protestar, sus labios sellan los míos, como un pacto que ninguno de los dos puede ya romper…

- Ahora creo que ya todo queda dicho.
- Si, ya lo creo… Además te voy a presentar a mi medio novio catalán que lo he traído conmigo.
- ¿Qué?
- Tranquilo, ya lo había hablado con él y no le importaba
.


En fin, que podeis imaginaros la cara de idiota y de circunstancia que me quedó. Para mi que la vida se ríe un poquito de mí.
Después de todo resulta que acabé siendo casi amigo de íntimo del catalán de las narices, pero bueno… Con la chica fue bonito mientras duró…

viernes, agosto 04, 2006

Hacer, decir, pensar...

Que hacer cuándo tus caricias me estremecen la piel,
Que decir cuándo tus ojos hablan sin palabras,
Que pensar cuándo la imaginación juega malas pasadas,

Que hacer cuándo las pieles se funden en una sola,
Que decir cuándo los labios hablan con besos,
Que pensar cuándo me llevas a otro mundo,

Que hacer cuándo sonríes con cara de niña buena,
Que decir cuándo pides sin palabras los mimos y abrazos,
Que pensar cuándo te tengo entre mis brazos y decido no dejarte escapar,

Que hacer cuándo sólo el tiempo corre en nuestra contra,
Que decir cuándo todo el mundo nos tiene celos,
Que pensar cuándo sabes de sobra lo que siento,

Que hacer cuándo las estrellas ocultan el sol,
Que decir cuándo sólo el sonido de tu corazón ocupa el silencio,
Que pensar cuándo te contemplo dormida en mi pecho,

¿Y qué hacer, decir, pensar cuándo no sabes si es realidad o sueño, si es ángel o demonio, si es blanco o negro?

miércoles, agosto 02, 2006

Fotos




Aquí os dejo algunas fotillos del campa, no son muchas pero para que os hagais una idea. En la foto de los pekes, solo están los pequeños hombrecillos, lo siento, pero aún no tengo la foto de todos juntitos.
Enfin...