La peor llamada
Besó a su mujer en la frente y le deseó en voz baja buen día. Eran las cinco de la mañana y no quería despertarla. Ella se revolvió entre la sábanas y sussurró un ten cuidado.
Salió como casi todos los días en dirección a la parada de la línea que lo llevaría a la mina. Hacía unos veinte años que recorría el mismo camino para entrar a trabajar, pero aquella mañana tuvo una sensación extraña, un escalofrío le recorrió todo el cuerpo.
"Será el tiempo" Estaba oscuro, la lluvia caía fina pero incesante. Mientras esperaba al autobús, se preguntaba si lo echaría de menos, si tras la prejubilación se aburriría en casa.
Había entrado en la mina como mecánico hacía unos veinte años y ahora apenas a un me de prejubilarse no sabía que haría con tanto tiempo libre.
Sumido en sus pensamientos llegó la línea, le esperaban ocho horas de reparaciones en una de las galerías recién abiertas, sería un día duro...
El día pasaba lentamente en su tienda de ropa, nunca era muy concurrida pero aquella mañana parecía que nadie había salido de casa. Mientras hojeaba una revista del corazón, tuvo un mal presentimiento. Estaba intentando pensar que podría haberle provocado semejante presagio, cuando el teléfono empezó a sonar.
"Serán los del instituto, el crio tal vez haya echo novillos otra vez."
"¿Señora Gómez?" La voz sonaba grave, por un moemnto se asustó.
"Soy yo." No reconocía ni su propia voz, un nudo le atenazaba la garganta.
"La llamo desde la mina, ha habido un accidente en la galería donde estaba su marido."
Las piernas le temblaron, tuvo que hacer un gran esfuerzo para no soltar el teléfono.
"No hay nada seguro, estamos intentando sacarlos de allí, pero por lo que nos han dicho..."
No quería oirlo, quería despertar de esa agonía, sin embargo la voz prosiguió:
"... nos han dicho que su marido... estaba muy cerca del lugar donde tuvo lugar la explosión..."
A duras penas consiguió balbucear: "¿Qui... quién se lo ha dicho?"
"Uno de los hombres que hemos sacado. Verá señora, me temo que Carlos no ha sobrevivido a la explosión."
La frase atravesó tanto su cerebro como su pecho como si se tratase de una flecha; el teléfono resbaló lentamente de sus manos, mientras ella caía de rodillas. Durante unos segundos, no lloró, parecía totalmente ausente, perdida en otra dimensión... De pronto, las lágrimas brotaron como torrentes de sus ojos, mientras gritaba y la poca gente de la calle entraba a ver que ocurría.
Salió como casi todos los días en dirección a la parada de la línea que lo llevaría a la mina. Hacía unos veinte años que recorría el mismo camino para entrar a trabajar, pero aquella mañana tuvo una sensación extraña, un escalofrío le recorrió todo el cuerpo.
"Será el tiempo" Estaba oscuro, la lluvia caía fina pero incesante. Mientras esperaba al autobús, se preguntaba si lo echaría de menos, si tras la prejubilación se aburriría en casa.
Había entrado en la mina como mecánico hacía unos veinte años y ahora apenas a un me de prejubilarse no sabía que haría con tanto tiempo libre.
Sumido en sus pensamientos llegó la línea, le esperaban ocho horas de reparaciones en una de las galerías recién abiertas, sería un día duro...
El día pasaba lentamente en su tienda de ropa, nunca era muy concurrida pero aquella mañana parecía que nadie había salido de casa. Mientras hojeaba una revista del corazón, tuvo un mal presentimiento. Estaba intentando pensar que podría haberle provocado semejante presagio, cuando el teléfono empezó a sonar.
"Serán los del instituto, el crio tal vez haya echo novillos otra vez."
"¿Señora Gómez?" La voz sonaba grave, por un moemnto se asustó.
"Soy yo." No reconocía ni su propia voz, un nudo le atenazaba la garganta.
"La llamo desde la mina, ha habido un accidente en la galería donde estaba su marido."
Las piernas le temblaron, tuvo que hacer un gran esfuerzo para no soltar el teléfono.
"No hay nada seguro, estamos intentando sacarlos de allí, pero por lo que nos han dicho..."
No quería oirlo, quería despertar de esa agonía, sin embargo la voz prosiguió:
"... nos han dicho que su marido... estaba muy cerca del lugar donde tuvo lugar la explosión..."
A duras penas consiguió balbucear: "¿Qui... quién se lo ha dicho?"
"Uno de los hombres que hemos sacado. Verá señora, me temo que Carlos no ha sobrevivido a la explosión."
La frase atravesó tanto su cerebro como su pecho como si se tratase de una flecha; el teléfono resbaló lentamente de sus manos, mientras ella caía de rodillas. Durante unos segundos, no lloró, parecía totalmente ausente, perdida en otra dimensión... De pronto, las lágrimas brotaron como torrentes de sus ojos, mientras gritaba y la poca gente de la calle entraba a ver que ocurría.
10 Comments:
¡¡Deja de escribir relatos tan tristes!! Joooooo, que se me encoge en corazón...
Hay llamadas que uno desearía no tener que recibir nunca.
Uhhh muy trste pero tiene un toquecito de pasion que lo hace muy bueno.
besos
Isthar: Lo siento de veras, pero llevo unos días demasiado nostálgico.
Chirli: gracias ;)
Es un relato que voy a presentar a un concurso, quería ver si gustaba :D
La culpa es del teléfono.
uf! que fuerte lo que has escrito. Es increíble que puedas transmitir esa angustía con lo que escribes.
Yo he pensado en eso de si presentiremos nuestro final; de que tal vez no vaya a dolernos tanto... de que partiremos de acá a "donde sea" momentos antes a que nos sucedo "eso"... no sé si me entiendes.
paterna: tienes razón, aunqeu si no lo hubiera... la larga espera hasta que te das cuenta de que no va a volver. Gracias por tu visita.
marlencita: gracias ;)
david: prefiero no pensar en ello, cuando llegue, veremos a ver que ocurre.
Es un relato muy duro y esa es la llamada que nadie desearía recibir pues las malas noticias es mejor que nunca lleguen pero cuando uno entra en la mina sabe que eso puede suceder en cualquier momento, aunque es una pena.
Es un buen post, duro pero bueno.
Un abrazo!!!
Me has puesto un nudo en la garganta...
Oiga, se me encogen hasta las tristecitas con semejantes tragedias! Jala muy bien los hilos usted!
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