AHÍ QUEDA ESO....

Una islita de las cosas que nunca se dirán...

Nombre:
Lugar: Asturias, Spain

jueves, agosto 11, 2005

Noche perfecta

Una balada invade la habitación, los dos cuerpos en la cama se agitan brevemente. La música lenta y enamoradiza intenta poner fin a una noche inolvidable, a una noche que ninguno de los dos participantes había pasado en mucho tiempo.
Echados, uno al lado del otro, escuchan atentamente la canción. Trata del amor que nace entre dos desconocidos y ambos se sienten identificados por esos versos, ya que, hasta hace unas doce horas ni tan siquiera se habían visto.
Cada cuerpo se despereza tranquilamente, intentando poner en funcionamiento las neuronas, que están soñolientas, tras la gratificante noche pasada. Ambos se sienten felices, contentos, llenos de energía; ni siquiera el alcohol ingerido en grandes cantidades, les va a estropear el amanecer.
Tras una leve incorporación ella, vuelve a apoyar su cabeza sobre el pecho de él, que a su vez, la abraza tiernamente. Por un pequeño instante sus miradas se cruzan, en ellas pueden leerse todas las promesas de amor habidas y por haber. Se quieren, tan solo han necesitado, unas copas y un poco de conversación para comprender que se quieren.
Se vieron por primera vez cerca de la barra del bar de moda de la ciudad. Quizás fuese casualidad, quizás fuese el destino ¿quién sabe? Pero, ahora, echados en la cama y abrazados, cada uno agradece que se hayan encontrado. Cuando se cruzaron en dirección a la barra, los ojos de él enseguida se desviaron hacia el vestido de ella, un vestido corto con un aceptable escote; ella también le estudió a fondo, percatándose del cuerpo atlético que se escondía tras la camisa.
Ya en la barra, surgió el primer contacto. ¿Fortuito o provocado? No lo sabremos, simplemente surgió el primer roce entre los dos. Tras pedir las consumiciones a camareros distintos, llegó el segundo roce de brazos, apenas visible, pero la piel de ambos se erizó con el leve toque.
Estando tan cerca, él pudo comprobar que llevaba un perfume con olor a lilas y ella percibió el aroma de una fragancia masculina que no supo catalogar, aunque más tarde sabría de labios de ese desconocido, que se trataba de colonia de Hugo Boss.
Cada uno se fue por su lado; ella con sus amigas que estaban siendo asediadas por un grupo de chavales ansiosos por encontrar alguna chica y él con sus amigos que estaban intentando ligarse a un grupo de chicas. Como podréis imaginar los grupos eran los mismos.
Al llegar con sus amigos, se enteró que habían conseguido el nombre y un par de besos de casi todas las chicas del grupo y que solamente les faltaba el nombre de una. Se sobresaltó al conocer la identidad de la chica que sus amigos aún no conocían, era la chica de la barra. Siguiéndole la mirada, uno de sus colegas, le palmeo la espalda y le susurró un “a por ella”, él tardó en reaccionar pero, finalmente se decidió, acabó la copa y se dirigió hacia el grupillo de chicas, concretamente, hacia la chica con la que se había cruzado en la barra y que en ese instante, estaba un poco al margen de sus amigas.
Lo primero que escuchó nada más acercarse con sus amigas fue “¡Qué buenos están!”. Se sorprendió un poco, ya que estaba un poco turbada, por los ojos de aquel chico que había visto en la barra. Una de sus amigas se le acerco y le preguntó: “¿Cuál escoges para ti?”. Tardó un poco en reaccionar, no sabía a quién se refería su amiga, pero enseguida se percató del grupo de chicos que había al lado y con los que sus amigas, ya habían empezado el juego del coqueteo.
Se separó un poco del grupo, y pudo ver como el chico de la barra se acercaba a ella. Al principio, sus ademanes eran resueltos, pero a medida, que se acercaba, perdía parte de esa confianza que aparentaba. Supuso que se estaría poniendo nervioso y a juzgar por su aspecto, pensó que sería una buena ocasión para olvidar a un anterior “amigo” que no la dejaba en paz.
- Perdona pero es qué mis amigos querrían saber como te llamas.
- ¿Sólo tus amigos?
- Bueno... . A mi tampoco me importaría saberlo.

Los ojos se encontraron, los de él eran de un marrón claro tirando a verde, y los de ella eran del color azul del mar.
- Me llamo Cristina; mis amigas me llaman Cris. ¿Y tú?
- Antonio, Toni.

Entre los besos de presentación, se susurraron un “encantado”. En lugar de presentársela a sus colegas, se quedó mirándola. Observó que tenía el pelo castaño y rizado. El vestido corto que llevaba marcaba un cuerpo precioso. Poseía una carita de muñeca de porcelana, con la nariz pequeña y unos labios finos pero apetecibles. Le hubiese gustado mucho abalanzarse sobre ellos, pero, aunque en su interior no lo quería reconocer, se estaba enamorando de ella.
Ella, por su parte, ocupó el rato de silencio entre ambos para acabar su bebida y analizarlo a fondo. Llevaba el pelo corto, como casi todo los chicos, ligeramente engominado pero sin exagerar. Se le notaba la sombra de la barba y del bigote, aunque estaba afeitado de esa misma mañana. Siguió los ojos de él, en el recorrido por su cuerpo y se sintió un poco inquieta. Sentía algo en el estómago, como unas cosquillas muy tenues. No sabía a que se debían, pero intuía que él era el causante.
Siguieron mirándose en silencio, a su alrededor muchos chicos y chicas compartían ya los primeros besos de la noche o, por lo menos, intentaban el asalto del sexo contrario. Unos usaban los bailes como pretexto, otros usaban las palabras y otras sacaban provecho de su belleza.
Ellos dos, parados como estaban desentonaban un poco con la tónica. Al final de un silencio que pareció eterno, él se le acercó:
- ¿E.. eres de de por aquí? No te había... visto antes.
- Acabo de mudarme con mis padres. De pequeña pase unos años aquí pero enseguida me marche por culpa del trabajo de mis padres.
- Ahm. Parece que... con conservas muchas amigas, ¿no?
- ¡Ja, ja! Son amigas de mi prima.
Se notaba que estaba tenso y nervioso, ella le sonreía para ayudarlo pero, lo que su sonrisa provocaba era el efecto contrario, cada vez temblaba más. Finalmente, ella optó por llevar la iniciativa. Así que sin avisar a nadie, lo cogió de la mano y le condujo hacia la salida del bar. Él se dejó llevar como un niño pequeño, sin emitir ningún gruñido de protesta. Ya lejos del ruido de la música, empezaron a caminar cogidos del brazo, mientras conversaban animadamente.
- ¿Y tu eres de aquí?
- Por supuesto, desde siempre.
- ¿Estás estudiando?
- Bueno... lo que se dice estudiar... no mucho, pero estoy en química. ¿Y tú? ¿Estudias?
- Claro, soy demasiado vaga para trabajar.
- ¿Y qué haces?
- Estoy en medicina, en segundo.
- ¿Con alguna de primero?
- No, conseguí pasar limpia.
- ¡Felicidades! Ya me gustaría a mí.
- ¿Sí? ¿Cuántas te quedan de primero?
- ¿Sinceramente?
- Sinceramente.
- Cuatro.
- Va, no está mal.
- No, podría ser peor.
- ¡Ja, ja!
- Me... en encanta tu sonrisa.
- ¡Gracias!
Ella, instintivamente, le beso en la mejilla. Desde que había llegado a la ciudad, nunca se había sentido tan a gusto como en aquellos momentos.
- Una pregunta personal.
- Dime.
- ¿Tienes novio?
- No. Bueno, había un chico, pero lo nuestro murió. Ahora al mudarme, pues... estoy libre. ¿Y tú? ¿Hay alguna chica?
- Bueno... . Hay una chica... .
- Ahm.
- Pero bueno, es una amiga, y de momento, no me hace caso. Además ella tiene novio, así que tendré que ir olvidándome de ella.
- Vaya, lo siento.
- No pasa nada.

En ese momento, ella volvió a besarle la mejilla. La conversación había derivado a zonas más íntimas y a él se le veía un poco alicaído.
- Haces deporte ¿verdad?
- Sí, juego a fútbol en el equipo de aquí.
- ¡Que bien! Mi hermano pequeño se va a apuntar al equipo para jugar.
- ¿Sí? La verdad, no juego mucho, paso más tiempo en el banquillo que en el campo.
- ¡Ja, ja, ja! Eres muy simpático, ¿lo sabías?
- Eres la primera chica que me lo dice. Bueno, si quitamos a mis amigas de siempre. Puedes considerarte especial.
- ¿De verdad? Si nos acabamos de conocer.
- Cambiaría a mis colegas por ti.

En ese momento, en lugar de cogerse del brazo continuaron caminando cogidos de la mano. Eran, para todos los que los veían pasar, una pareja que se quería con locura. En realidad, eso era lo que pasaba, se querían; aunque ambos, internamente, rechazaban la idea. Sus pasos los devolvieron al bar. No sabían si entrar o no, al final entraron para tomar algo. Todos los colegas, tanto de él como de ella, había encontrado pareja para pasar la tarde.
Ellos se dirigieron a la barra a tomar algo. Él pidió por los dos.
- ¡Vaya! Recuerdas lo que pedí.
- Por supuesto, me habías impresionado, así que me fijé en lo que tomabas.
Mientras bebían sus consumiciones, prosiguieron hablando sobre cosas triviales. Ella le contó sus años de ciudad en ciudad por el trabajo de su padre y él le contó las travesuras que había hecho con los colegas. Ambos lo estaban pasando genial, pero el reloj corría y poco a poco, tuvieron que ir despidiéndose.
- Hoy de noche, hay fiesta. ¿Te veré por aquí?
- Puede. ¿Tú saldrás?
- Por supuesto, un colega celebra su cumpleaños, así que habrá que salir a tomar algo.
- ¿Dónde te podré encontrar?
- ¿Ves aquel bar? El del letrero naranja.
- Sí.
- Pues esa es nuestra segunda casa.
- ¡Ja, ja, ja, ja! ¿Segunda casa?
- Sí, en ocasiones, pasamos más tiempo ahí que en nuestra casa; así que el dueño nos ha adoptado. Eso sí, siempre que tengamos para pagar. ¡Je, je!
- ¡Ja, ja, ja! Entonces, te iré a buscar. Aunque no te prometo nada.
- De acuerdo. Si no vienes pasaré una noche muy triste.

Se dieron un abrazo, dos besos y ella se marchó. El primer pensamiento que cruzó por la cabeza de él fue que no la volvería a ver, que debía haberla besado o, por lo menos, haberle dicho algo.
Nada más perderla de vista, uno de sus colegas medio lo asaltó.
- ¿Es buena?
- ¿En qué?
- Quiero decir, ¿besa bien?
- Pues no lo sé, no se lo pregunté.
- Venga tío, si nos han dicho que andabais cogidos de la mano.
- Sabes de sobra que eso no significa nada.
- ¿Cómo que no significa nada?
- No te acuerdas de mi amor platónico.
- Bueno, tienes razón. Pero, habrás quedado con ella para esta noche, ¿no?
- Se lo dije, pero no lo sabe seguro. De todas formas no tengo muchas esperanzas.
Era una chica simpática, agradable y, sobretodo, muy guapa. No pegaba mucho con un tío como él y él lo sabía. A pesar de su cuerpo atlético, no era, lo que se dice una belleza. Era un chico del montón, pero, lo que él ignoraba era que ella, mientras cenaba y se duchaba no dejaba de pensar en él. Estuvo discutiendo con sus padres mucho tiempo, convenciéndoles de que iba a dormir en casa de una amiga de su prima y que no se preocuparan. Su padre recelaba bastante, pero gracias a su madre, pudo salir sin problemas.
Tardó bastante en elegir la ropa, era muy coqueta y, en esta ocasión tenía un motivo, quería gustarle, quería estar con él toda la noche.
Se puso su última minifalda, era de color azul oscuro, con el borde deshilachado y una camiseta de tirantes que dejaba un generoso escote, más que el vestido de la tarde. Cogió la chaqueta vaquera, por si hacía frío, el bolso y se marchó tras despedirse de sus padres. Caminaba contenta, ni ella misma sabría explicar por qué; y a la vez estaba nerviosa, las cosquillas que había sentido en el estómago sólo se calmaban cuando estaba cerca de él.
Llegó al bar del letrero naranja, y no se atrevía a entrar. Dentro se oía voces, golpes y risas, parecía que hubiese un gran circo allí. A través de una ventana pudo ver lo que ocurría. Él estaba allí como todos sus amigos, llevaba un gorro de cartón y un collar de papel, típicos de los cumpleaños de niños pequeños. Tenían delante varias jarras de cerveza terminadas, y la que había pasaba de mano en mano casi de seguido. Por un momento, pensó en volverse para su casa, pero en ese momento, él se levantó para pedir otra.
Mientras esperaba a que le llenaran la jarra, la vio entrar: estaba preciosa, con una minifalda que dejaba al descubierto unas espléndidas y bronceadas piernas. La camiseta era mejor todavía, ya que tenía un generoso escote. Por lo demás estaba radiante, él se sentía un poco estúpido con el gorro del cumpleaños y sus viejos pantalones cortos. Pero ya era tarde, se habían mirado y ella se acercaba a él. Deseaba haber pasado alguna ronda, porque se encontraba un poco mareado, pero ya no había marcha atrás, tendría que jugársela.
- Estás preciosa.
- Gracias. Te queda bien el gorro.

La sonrisa lo volvió a envolver. Hacía tiempo que una sonrisa parecida lo había envuelto como aquella, por suerte se habría librado de ella. Ahora en cambio, esta sonrisa volvía a apoderarse de él.
- ¿Te apetece tomar algo? Hay cerveza, como para dar de beber a toda la ciudad.
- No me gusta la cerveza.
- ¡Que burro soy! ¿Vamos a dar una vuelta?
- No querría separarte de tus colegas.
- Habiendo cerveza pueden prescindir de mí. Además, la fiesta está decayendo, están empezando a llegar las novias.
- ¡Ja, ja, ja! ¿Y eso es malo?
- Pues sí, porque ya no se hace tanto el payaso, hay que controlarse.
Llevó la jarra a los colegas, tiró el gorro sobre uno de ellos y se dirigió a la salida junto a ella que lo esperaba en la entrada del bar.
Salieron a la calle, llena de gente, pues era fiesta y al día siguiente no se trabajaba. Se cogieron de la mano y empezaron a caminar sin rumbo fijo.
- Siento estar un poco borracho. Además tengo miedo de meter la pata, así que si digo o hago algo que te moleste, dímelo sin rodeos, ¿de acuerdo?
- No te preocupes, no vas tan mal. Por lo menos te tienes en pie. Mi antiguo novio, cuando salía con sus amigos, apenas conseguía sostenerse cuando me veía.
- ¡Ja, ja, ja, ja! Yo no voy muy bien, que digamos. ¿Puedo confesarte algo?
- Adelante, confiésate.
- Me avergüenzo de mi aspecto.
- ¿Por qué? Si yo te veo muy bien.
- Ya, pero debería haberme puesto algo más elegante. No sé, una camisa como la de por la tarde.
- Estás mejor así, de verdad.
- Si a ti te gusta, fuera vergüenza.
- ¿Cuántas chicas ha habido?
- ... . Bueno.... .
- No contestes sino quieres.
- Sinceramente, hubo dos chicas, una fue un simple rollo de media tarde y la otra era mi amor platónico, aunque nunca ocurrió nada entre ella y yo.
- ¿Solamente un rollo?
- Sólo uno.
- ¿En qué piensan las chicas de por aquí? Eres un tío genial.
- Pues ya ves. Un tío genial, que no se come una rosca.
- ¡Ja, ja! Por lo menos te lo tomas con humor.
- ¿Y tú? ¿Cuántos chicos? Seguro que no te acuerdas del número, ¿eh?
- ¡Ja, ja! Ha habido bastantes rollos, pero sólo salí en serio con uno y duramos bastante poco.

- ¿Un mes?
- No, exactamente diez días.
- ¡Vaya record!
- Ya lo ves.
- Con lo preciosa que eres y sólo diez días, debería darle vergüenza.

Estaban parados al borde de la playa, su paseo sin rumbo les había conducido allí. Ella temblaba de frío, a pesar de la chaqueta, y él la abrazó. Las cabezas se fueron acercando, los labios cada vez se aproximaban más y... .
Cada vez que recuerda el beso, la piel se le eriza, a pesar de no ser un buen besador, el beso había estado cargado de ternura y amor.
Apoyada sobre su pecho, recuerda vagamente, lo que siguió a aquel beso al borde del mar. El camino lento y lleno de paradas hacía su casa, el juego sensual mientras se desvestían uno a otro y la noche juntos. Entre caricias y besos, Morfeo fue cerrando el telón del sueño sobre sus ojos.
Ahora que el sol, volvía a brillar en lo alto, se despidieron con un beso. Ella tenía que volver a casa y él ponerse a estudiar, ya que por la tarde tenía que entrenar.
Cada uno pensaba en sus cosas, ella estaba encantada pues había conocido al hombre que tanto había buscado y él, en parte estaba feliz, porque había sido una noche maravillosa, pero por otro lado, estaba amargado, ya que tendría que rendir cuentas a todos sus colegas y no le apetecía lo más mínimo. Así que volvió a recostarse en la cama y siguió pensando en esa chica de ojos azules que acababa de marcharse y que lo había convertido en el hombre más feliz del planeta.

5 Comments:

Blogger Karla said...

QUE NOCHE !!! De verdad que me gustó mucho la historia pero lastima que alli termino o acaso sigue ??? NO se si esto te pasó a ti o que ... De igual forma mucha suerte... sALUDOS
kaRLA

01:39  
Blogger Jefe said...

Que bonito es el amor, coño!!!

11:23  
Blogger HELEN -Mamá In Design- said...

me acabo de derretir.

15:10  
Blogger poemasperdidos said...

Varo!
Me has hecho recordar cosas muy buenas!

¿Y realmente los chicos tienen que platicárselo todo a los de su banda?!!!!
%P

Muakss
Gab

22:04  
Blogger Alvaro Bode said...

Karla: En principio se terminó. No me pasó a mi, pero fue a alguien que conozco bastante bien ;)

Sid, helen: gracias!!

Gab: pues si, en cuestión de chicas, hay que ponerlo todo en común, la mayoría de las veces, claro ;)

22:32  

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