Reencuentro

Hacía tiempo que no la veía, y ayer por casualidad, la crucé en la calle; nos paramos, hablamos un rato y nos despedimos sin más, como dos conocidos…
Ahora sentado frente al mar, oyendo el ruido de las olas, vuelvo a recordar la primera vez que la vi.

No era la más guapa de la fiesta, ni la más alta, ni la más ligona; pero desde que entré en el local me fijé en ella, no sabría decir por que.
Tal vez fueran sus ojos vivarachos, o su encantadora sonrisa o tal vez fuese su larga melena pelirroja cayendo a lo largo de su espalda… Nunca estuve seguro, pero eso carece de importancia.

Lo que sí recuerdo fue como comenzamos a hablar; le iba a presentar a uno de mis colegas y ya veis, intentando hacer de celestino y plaf! Fui yo el que acabé colgado del sonido de su voz durante toda la noche.
También recuerdo el paseo por la playa, contándonos mil historias y aventuras; el momento en que me cogió de la mano y por encima de todo, recuerdo el primer beso que nos dimos… dejando que las pequeñas olas de la orillas nos acariciasen los tobillos…

De eso hace mucho, mucho tiempo; pero al volverla a ver he sentido un escalofrío en la espalda, y mientras hablaba con ella, he sentido sus labios sobre los míos, su cuerpo bajo mis brazos…

Me quedo con las últimas palabras que me dijo en aquella ocasión y que ayer me ha vuelto a repetir: “Volveré a ti empujada por las olas, ¿me esperarás?”